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Pasos claves para criar a los hijos con éxito

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La crianza respetuosa es una forma de interactuar con los hijos que les ayuda a sentirse escuchados y comprendidos.

Como resultado, es más probable que confíen en usted, le respeten y se sientan bien consigo mismos. La crianza respetuosa puede ser una alternativa a las técnicas disciplinarias punitivas, como los gritos, los azotes o las palabras irrespetuosas.

Se trata de un enfoque que fomenta el comportamiento positivo haciendo saber a los niños lo que se espera de ellos en cuanto a su comportamiento y sus esfuerzos en la escuela o el trabajo.

Respetar a tus hijos significa dejarles que tengan sus propias opiniones y animarles a que hablen por sí mismos cuando sea necesario, pero también significa establecer límites claros sobre lo que es un comportamiento aceptable en una situación determinada, para que nadie se lleve sorpresas.

¿Qué es la crianza respetuosa?

La crianza respetuosa no consiste en ser amigo de los hijos.

Se trata de establecer y mantener límites, normas y expectativas coherentes para todos los miembros de la familia, que sean apropiados para la edad y justos.

Los padres respetuosos no esperan menos de sus hijos de lo que esperan de sí mismos; no renuncian a hacer cumplir las normas en favor de «ser amables» o permitir que un niño se salga con la suya sólo porque ha tenido un día duro en el colegio o se ha portado mal sin motivo alguno (lo que a menudo puede dar lugar a un ciclo creciente de mal comportamiento).

Nº 1: No se trata de ser amigo de tus hijos

La crianza respetuosa no consiste en ser amigo de tus hijos.

Es un error común pensar que los padres respetuosos son como cualquier otro amigo, pero no es así.

Son padres, y los padres tienen un trabajo importante: cuidar de sus hijos y guiarlos por la vida estableciendo límites y enseñándoles un comportamiento adecuado.

La relación entre padres e hijos es diferente de la relación entre amigos porque implica más responsabilidad y más confianza por ambas partes (de lo que hablaremos más adelante).

Para que quede claro: ¡no estoy diciendo que debas ignorar o evitar divertirte con tus hijos!

Estoy hablando de tratarlos como adultos cuando lo necesiten: ¡tu hijo no quiere a alguien que actúe como si todavía estuviera en primaria cuando tiene 26 años!

Nº 2: Se trata de establecer límites y normas iguales para todos.

La segunda clave de una crianza respetuosa es establecer las mismas normas para todos. Nadie está por encima de la ley, incluidos los padres.

Los niños deben ser tratados como iguales, y es importante que los padres den ejemplo de cómo tratan a sus hijos con respeto y dignidad.

En otras palabras: si quieres que tu hijo te respete como padre, debes enseñarle también cómo puede esperar que los demás a su alrededor -incluidos los profesores y otras figuras de autoridad- le traten también con respeto.

Establecer expectativas claras es otra parte de ser respetuoso con nuestros hijos, porque nos ayuda a saber qué tipo de comportamiento podemos esperar en casa y cuál cuando estamos en público (o en cualquier otro lugar).

Esto nos ayuda a crear límites entre lo que es apropiado dentro y fuera de esos límites; esencialmente, asegurándonos de que todo el mundo sabe exactamente dónde se trazan esas líneas entre el comportamiento aceptable, al tiempo que se permite cierta flexibilidad dentro de esos parámetros en función del nivel de edad/madurez, etcétera…

Nº 3: Se trata de ser sincero con tus hijos, incluso cuando estás enfadado o decepcionado con ellos.

El tercer principio de la crianza respetuosa es ser sincero con los hijos, incluso cuando uno está enfadado o decepcionado con ellos.

Los niños necesitan saber que sus padres son justos y coherentes.

También necesitan saber que sus padres no tolerarán comportamientos irrespetuosos por su parte ni por parte de ningún otro miembro de la familia.

Si no decimos a nuestros hijos lo que esperamos de ellos, ¿cómo van a saberlo?

Si no ponemos límites a los comportamientos inaceptables (y los hacemos cumplir), es muy probable que nuestros hijos acaben haciendo cosas que les perjudiquen a ellos mismos y a los demás, ¡incluso si esos «demás» somos nosotros!

El cuarto principio de la crianza respetuosa es el siguiente:

Debes ser firme y coherente a la hora de aplicar estos principios en todos los ámbitos de la vida: en casa, en la escuela o en el trabajo; en Internet; etcétera…

Nº 4: Se trata de escuchar lo que tus hijos tienen que decir, aunque no estén de acuerdo contigo.

Cuando escuchas, estás dando a tu hijo la oportunidad de contar su historia.

Cuanto más tiempo dedique a escuchar, más probable será que su hijo se sienta cómodo hablándole de lo que le preocupa.

Escuchar también ayuda a generar confianza entre padres e hijos, porque demuestra que nos preocupamos por lo que tienen que decir o por cómo se sienten al respecto.

Esto puede ayudar a crear un entorno en el que los niños se sientan cómodos pidiéndonos ayuda cuando la necesiten, ya sea para pedir ayuda con los deberes o para compartir con nosotros algo personal que puede ser difícil para ellos pero necesario para nosotros como padres (como hablar del acoso escolar).

Nº 5: La crianza respetuosa no consiste en castigar el mal comportamiento, sino en enseñar a tus hijos a ser responsables y a tomar buenas decisiones.

La crianza respetuosa no consiste en castigar el mal comportamiento, sino en enseñar a los hijos a ser responsables y a tomar buenas decisiones.

Los padres respetuosos fijan expectativas claras para sus hijos, pero también les enseñan a cumplirlas ellos mismos.

Castigar el mal comportamiento no es la forma de enseñar a tus hijos a ser responsables y a tomar buenas decisiones en la vida, sino ayudarles a que aprendan a hacerlo por sí mismos.

Los niños necesitan que sus padres les orienten sobre qué comportamientos son aceptables o inaceptables en la sociedad en general (y en su casa), pero también deben aprender cómo -y por qué- tomar buenas decisiones como individuos que, con el tiempo, se convertirán en adultos.

Nº 6: Los padres respetuosos establecen expectativas claras para sus hijos, pero también les enseñan a cumplirlas por sí mismos.

Los padres respetuosos fijan expectativas claras para sus hijos, pero también les enseñan a cumplirlas por sí mismos.

No castigan el mal comportamiento, sino que enseñan a sus hijos a ser responsables de sí mismos y de los demás.

A los niños se les enseña a ser amables y respetuosos tanto con los demás como con los adultos, aunque esto no siempre sea fácil en el momento en que están enfadados o disgustados con otra persona (o incluso contigo mismo).

El objetivo es que, con el tiempo, desarrolles un niño capaz de tomar buenas decisiones sin que tú le digas cuáles deben ser, y créeme: ¡vale la pena el esfuerzo!

Conclusion

Ser padres respetuosos no es fácil. Requiere paciencia, empatía y voluntad de escuchar.

Pero si lo consigues, los beneficios tanto para ti como para tus hijos merecerán la pena.

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